No la dejé -a ciencia cierta- simplemente no tenía ganas. Fuese
envidia o desinterés no la dejé. De ninguna manera podría. Difícil siquiera
imaginarme sin ella. No que me lo haya dado todo, pero sí lo mejor. El
no-te-olvido que mis labios pronuncian, el no-me-canso que me obligo. No la
dejé aunque nadie lo crea, aún estoy allí y no me alejaré. Por diseño o por
inercia, tal vez como obsesión, pero no podría dejarle. ¿Quién habrá encontrado
a quien?, ¿ella a mí? Ni lo imagino -a ciencia cierta-, no entiendo y puede que
nunca entienda; como sea, no nos separamos y tampoco quise separarme. No era esa
mi intención, jamás lo ha sido, estaba cansado y quería tomar descanso por mi
bien, no implica mi distancia, no asegura mi ausencia. Seguimos juntos. Los
desmentí. Soy su esclavo, pero con placer lo soy. No le dejo, ella no me
dejará. Ella no me permitirá dejarle. Mi mente recordará y mi corazón sentirá. Mi piel se eriza y erizará de
igual forma que ayer lo hizo. De la misma manera que en la primera vez. Somos
iguales con evolución, con más volumen, a mayor fuerza. No somos uno, somos
inseparables, decida quien decida, niéguelo quien lo haga. La musa, el arte.
Somos personales, tu forma soy yo. El gas que se expande en el molde y la savia
que me hace explotar. La música que siento, que soy. El ritmo que es la luz. El
surgir de mi voz, el silencio. ¿Quién me representa sino tú? Usted es mi amiga,
mi maestra, mi amante. Fiel, y no tan decente, amor. Mi música mi confidente.
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Buena esa