lunes, 16 de abril de 2012

Blue Jeans

Blue jeans, camiseta blanca, casi pude dejar mi mandíbula tirada sobre el suelo. Disimular era muy arriesgado, me costaba parpadear, las proporciones de atracción eran épicas. Pero tú, tú tenías conciencia del efecto sexual. Mi mirada revelaba el afán de acercarme, mis pies ya no me equilibraban. Mis ojos ardían en el fuego de tu sensualidad. Era como la perfección física retratada en los escenarios hollywoodenses, la pasión oculta entre piel suave y blanca. Tan fresco a la muerte y tan destructivo como el cáncer, pero delicioso como agua en días de verano. Tal mango tropical, un sabor dulce y regocijante. Tal café en pleno invierno y a la vez como la droga: placentero y destructivo.
Con ese estilo rebelde que encaja en mi tranquilidad mejor que mi suéter favorito, entra friccionando las paredes de mi orgullo. Siempre se me ha dicho que el amor es cruel y hiere cuando menos te lo esperas, como aquel diciembre en que nos conocimos, donde la flecha me atravesó sin piedad y los gritos de Cupido maldecían mi destino.
Mas cuando se tiene lo que no pertenece nada más queda aferrarse, imponerse como amo y señor, privando de cualquier libertad que pueda matar al amor, siendo tan malvado como se puede, con neto egoísmo pero con gestos doblegados y besos mojados.
Grandes sueños que comienzan a tejerse en una sola parte de la relación, mientras que la otra parte obedece a su agresor mientras comienza a planear su partida a lo anhelado, a rehacer su vida en libertad, sin más opresiones que las autoimpuestas.
Dijiste que tenías que marcharte para pensar, mientras que yo aprendí a pronunciar “por favor” y mis rodillas sintieron el suelo, ¡humillante!, no es necesario el dinero en soledad ni la vida en la enfermedad. Y así le permití dejarme en domingo, con la promesa de regreso. Me quedé esperando, previniendo sus planes y creyendo en sus pactos, pero realmente sé que él estaba experimentando, interpretando papeles en un juego que desconocía y recuerdo su postrera palabra: volveré; y fue lo último que escuché.
Pero tú sabes algo: te amaré hasta el final de mi vida y podría durar así millones de años. Prométeme que incluso lejos recordarás que eres mío. Ojalá pudieras ver mis ojos a través de las lágrimas, seguro te arrepentirías de ocasionar tanto dolor. Te amo más que todas esas perras acosadoras y tu conciencia bien lo contempla. Dime que no olvidarás mi existencia.
Juré que sin importar a donde fueras yo te acompañaría, pero fallé dejándote cruzar esa puerta, una parte de mi murió cuando me dejaste. Te insistí que quería más, pero a ti jamás te importó mi corazón, sólo quiero regresar el tiempo y que bailemos toda la noche como antes, pero esta vez detenernos antes de que desaparezcas de mi lado y me borres de tu memoria, sólo necesitas recordar: te amaré hasta el final.

…Hurtblood…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Buena esa