lunes, 16 de abril de 2012

Remembering Lovely Death (Part 2)

Se dirige a la cocina deprisa con pasos torpes, antes de llegar se tropieza con una silla, próximamente se pone en pie y continúa su recorrido.
Luego de buscar, toma con decisión el cuchillo con mango de metal, el más afilado.
Introduce los pies en sus zapatos, toma las llaves de la puerta y se adentra en la penumbra de la noche.
Pasa con la cara dirigida hacia abajo sin hacer mayor caso a los chicos y prostitutas dispuestos en esa noche. Comienza a planear y se regocija con ingenuidad. Tan tierno al caminar en busca de su amado. La misión: permitirle recordar en el último polvo la cúspide de su amor. Matar es una necesidad, el miedo es quien mueve, echa a andar la mente humana. Lo saben los policías, investigadores y todos aquellos que lo han empleado para hacer recordar evidencias.
Dichoso de encontrarse de nuevo con su amante, ignorando su estado, sólo pensando en su amor y envuelto en el egoísmo del mismo.
Llega al callejón donde tantas veces había estado en compañía de su castigador. Lo encuentra tirado en el suelo. Impaciente y contento atraviesa la oscuridad. Comienza a tocar la cabeza de su querido esperando respuesta, listo para ejecutar su plan. Éste intenta hablarle, pero lejos de entender una palabra, toca sus labios.
-         No necesitas hablar, sólo mírame y siente mi cuerpo mientras te ato las manos. ¡Shh! no necesitas saber lo que hago, sólo compláceme como siempre.
Comienza a quitarle la ropa y tras acabar se desnuda él también. Lo besa con alivio, como si hubiese esperado toda su vida por ese beso. Toca su pecho y luego comienza a acariciar su pene con sus manos. Le murmura algo al oído y acto seguido se monta sobre su hombre borracho. El pene que tenía en las manos ahora está entre sus piernas dentro de su ano. Gime con placer luego de dar pequeños saltos con sus glúteos sobre el cuerpo del mortal.
Le grita palabras que no logro distinguir, mis ojos no pueden creer lo que ven, un acto en su totalidad sicópata, pero tan tierno y puro como el mismo cielo en primavera.
Luego de haber acabado, el chico sale del cuerpo de su amante y cae al suelo. Toma su pantalón con apuro y sostiene algo brillante entre sus manos. Le brinda un beso francés a su acompañante sexual y con determinación clava rápidamente el cuchillo sobre su estómago. El hombre se queja mientras el chico sigue dando varios ataques al cuerpo, la sangre comienza a derramarse por todo el callejón. Se detiene con el arma al darse cuenta de la muerte apoderada de aquel cuerpo musculoso manchado de rojo. Ahora suelta unas risitas nerviosas y besa nuevamente al cadáver con ternura. Toma del bolsillo de su pantalón un arma de fuego y se la pone sobre la sien. Hala el gatillo y cae casi de frente sobre su amante difunto. Con miedo me marcho y me doy cuenta de lo embelesado que me encuentro.
La tragedia es tan reconfortante; sin duda la muestra más noble de amor. Comienzo a redactar mi novela. Me resulta fácil escribir a medianoche con el alma contenta. Me desnudo y me dispongo a mi labor con una taza de café a mi lado. Puro placer en mi mente. De ahora en adelante todo lo por venir es perfecto.

…Hurtblood…

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Buena esa