viernes, 6 de abril de 2012

Padres y mis consejos

Desde los comienzos de la adolescencia al tener esas disputas épicas con nuestros representantes todos tenemos la ilusión de ser adulto joven, sin nadie que te diga qué hacer o prohibirte todo lo que te gusta; claro, sin esas arrugas en la piel, ni hijos, ni achaques, con libertad de ser quien quieras mientras puedas. La perfecta combinación entre fuerza (juventud) y sabiduría (vejez).
El sueño de cumplir los 18 -en América Latina se es mayor de edad legalmente al cumplir  18 años- no necesitas permiso para viajar solo, ni para que te den un empleo, puedes entrar legalmente a la discoteca, al casino, comprar videojuegos violentos, etc. ¿Pero realmente somos tan libres a esa edad? Es decir, nada se compara a esas comodidades que se tienen con proveedores (padres, abuelos o cualquiera que te mantenga).
Ya al ser adulto no vas a tener la desfachatez de estar escribiendo carticas al niño Jesús en Navidad. Uno se comienza a restringir a la hora de pedir dinero. Ya cuando te mudas tienes que mantenerte, conseguir empleo, seguir estudiando si se puede, lavar la ropa y comprar la comida. Se comienza a notar que no es tan fácil ser adulto. Claro ya no tienes que comer las ensaladas obligado, puedes fumar, beber o tatuarte si te da la gana, pero también hay que recordar el presupuesto que se tiene y todos los gastos para vivir en esta sociedad: la electricidad, la medicina, el agua, el gas, comida, ropa, transporte público o gasolina, internet, etc.
Al llegar a una situación de racionamiento te das cuenta de cuánto extrañas a tus viejos, quien te haga la comida, te lave la ropa, te diga que no comas tanto para no engordar, etc.
Coño, y recordar todas las peleas que se tenían y ¡voilà!
He ahí el punto al que quiero llegar, se nos va la juventud discutiendo con nuestros parientes y me pregunto: ¿no pude haber evitado todas esas riñas? ¿Eran realmente necesarias?
Y analizado toda la existencia en compañía de mis progenitores hice una mínima lista de acciones que son beneficiosas al máximo:
1.               Dar las gracias: coño, ellos lo repiten y lo repiten pero uno no les presta atención, ese “di gracias”, tan fácil y olvidado a la vez. Cuando te prepara la comida y tú ni un halago le dedicas a tu madre, dar las gracias es esencial, los padres te ven educado y se sienten orgullosos, ellos mismos se dan la palmadita en la espalda porque sienten que han hecho un buen trabajo y es tan simple como “gracias por los zapatos, están bonitos” así sea la vaina más horrenda del mundo, “gracias mami por la comida” así tuviese sabor a zapato quemado, ella te lo agradecerá y te querrá recompensar para escucharlo más. Dar las gracias evita esos roces innecesarios, además que comprende una norma esencial en las buenas maneras y la etiqueta social. Está comprobado.

2.           Hacer algo inesperado: los padres siempre creen saber todo, por eso es mejor dejarles saber que no es así, haz algo que no se imaginen, algo bueno por supuesto ¿qué se yo?: Un desayuno, una cartica, un dulce, una ayuda a limpiar voluntaria, una película, etc. Con una de estas acciones te metes a tus padres en el bolsillo.


3.           Decir "sí": eso se conoce desde la prehistoria, así no le hagas caso y emplees la popular frase se-me-olvidó, decir SÍ les quita cualquier tipo de estrés mientras te abre el camino para el último y más importante paso.

4.           Pide el permiso: a veces se siente como darles el poder de tus acciones pero es inverso, realmente te estás adueñando de la situación. Pedir permiso para llegar a una hora te dará más madurez y comprensión por parte de tus padres, te verán responsable y considerado, sentirán confianza en ti y es obvio que te darán el permiso (si no has hecho algo malo pues).
Y esos fueron mis simples 4 consejos para convivir con los padres sin cometer algún homicidio, lo más sencillo de hacer con resultados inmediatos y bastante positivos.

Saludos atmosféricos.

…Hurtblood…

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Buena esa