Algunos secretos esclavizan, duelen con cada mentira. ¿Alguna
vez has sentido que ellos no te quieren? Con ellos me refiero a tus padres,
bueno, tu papá y tu madrastra, pero no lastima tanto aquel hecho sino el de la
negación, el no aceptar. Ellos nunca supieron o saben, quizá nunca sepan, pero
estoy herido. Aunque mi piel debiera ser más fuerte es más delicada, está roída.
Mi corazón cubierto de hojarasca. Y se siente como un jamón serrano rebanado a
punto de podrirse. Esperanzas sin aparecer, sólo dolor ligado con otras cosas
que desconozco pero parecido al odio, al odio por mí mismo, un rechazo indiscutible,
una vergüenza que se quiere manifestar pero el mismo secreto no le ha dejado
llegar a su punto máximo. No sé que es. Se siente como tristeza, tristeza que
genera un frío desértico. Hasta tiemblan mis pestañas. El dolor interior se une
con el de mi espalda, mis hombros caídos al igual que mi felicidad. Si alguien
quiere, que acabe conmigo y me muestre que era feliz antes de morir, hazaña que
considero difícil por no decir imposible. Lo siento: mi vida es un fracaso. Mi
yo entero un cobarde y mis emociones un desastre. ¿Acaso existe algo que me
impulse a seguir viviendo? No sé cómo pero estoy muerto. Estoy muerto en
soledad y tristeza, una tristeza homosexual. La guerra comienza y estoy débil,
mas prefiero morir luchando que jamás haberlo hecho. Discúlpame los secretos,
las mentiras, disculpa mi cobardía, no puedo ser lo que quiero ni lo que quieran,
no quiero lo que soy, por eso no pido que lo hagas tú aunque mi alma quiera
decir lo contrario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Buena esa